Bien, vuelvo a estar en el mismo lugar, con la mismos amigos y amigas, el mismo lindo paisaje y los mismos bloques y ladrillos, la misma habitación y practicamente los mismos quehaceres. Bueno, ahora he empezado a trabajar en una tienda de moda. Os tengo que decir que me he quitado el arito de la nariz, me lo hicieron quitar en la entrevista de trabajo, yo que lo tenia para camuflar lo que me parecia una nariz contundente y bueno, porque pensaba iba con mi imagen. Algunos pensarían, yo lo he pensado, que… qué pelotas estoy haciéndo? algunos pensarían que he fracasado, antes de salir a viajar tenia un trabajo que además de gustarme, estaba muy bien pagado, además de haber pérdido dos oportunidades más que hace unos años, cuando empecé a formarme como educadora, me hubiera encantado que me ofrecieran. Hace unos días, una señora que es un sol de mujer, me dijo que ya era hora de asentar cabeza y tirar de Curriculum, yo suelo asentir sin decir demasiadas palabras en esos momentos, también se ha dicho de mi, que estoy en una secta y que si vengo con rastas… nada más alejado de la realidad! si me ven hace unos meses con media cabeza rapa! Cosas de pueblo, eso a nadie le extraña. Pues que yo no le debo cuentas a nadie y nadie me las debe a mi, esta todo bien.
Ni que no hubiera aprendido nada en el viaje, quien ha dicho que dejara yo de estar viajando? Claro que a veces también me pica, pero si a mi me gustaba eso de ser educadora social! cómo ahora no me despierta interés pasar tiempo trabajando en uno de esos Centros en que uno ejerce, o en uno de esos proyectos chipiriguaís e innovadores? que se yo, pero la verdad no creo ni que en éstos momentos fuéra buena profesional, más que nada, no está ese interés en mi.
Luego, me gusta pensar que ser educador o educadora social es una pizca más que un trabajo, quizás como ser o dedicarse a cualquier otra cosa, es una identidad y una forma de caminar y comportarse en el mundo, en la que yo ahora tampoco me entiendo. A mi parsera le pegó duro el regreso a su hogar después de un año de voluntariado como psicóloga y 7 meses de viaje juntas intenso, cuando llegó a Bogotà me decía;
– Ro, no me hayo! no conecto con nadie! no me siento cómoda en mi entorno de antes! el regreso me está pegando duro!-
Ciertamente, no he sentido eso, sólo bastante pereza de encontrarme con la gente del pueblo y contestar sus dichosas preguntas, y un poco de ira a veces. Pero mi parsera me hizo recordarme justo antes de salir de viaje, donde de verdad, como ella, sentía que no me hayaba con nadie que hubiera conocido hasta entonces. Cogí el avión destino Florianopolis, muy triste, de hecho, me heché a llorar cuando el avión despegó, me pegó una tristeza! se me empezó a olvidar cuando nos dieron de cenar en el avión y me puse la película de Troya.
Ahora, parece que he pérdí esa tristeza, aunque afinando el telescopio como solía decir y gestualizar tan espontáneamente mi tutor de Gestalt, era un “desconsuelo”, me sentía alguien muy desconsolada. Ahora cualquiera me miraría por dentro, y diría que estoy vacía, que se yo…
Oda al Tocino
ohhh tocinillo! cuán poéticamente chistosa me pongo cuando escucho de tu palabra! ¡Tocinillo, tocinillo, tocinillo! que sería de la magra sin el tocinillo! Tú que rancio te pones, que tan amargo y seco sabor dejas en el paladar, que tan bien combinas con cualquier molla de pan, tu que acompañas la corteza y la fritanga, tu que nada tienes que ver con cualquier otra chicha. Tocinillo, yo te quiero queriendo, tocinillo con tocineta y tocinetilla, la magra es contigo
Responder